No existen datos ni un perfil de la mujer con vaginismo, pero sí sabemos son muchas. La mayoría no tiene ningún trauma. Suelen estar descontenta con su sexualidad, que en nuestra sociedad sigue centrada en el coito. La mayor parte son derivadas al psicólogo o psiquiatra. Pilar Pons, sin embargo, sostiene que el vaginismo se soluciona muy rápido con fisioterapia. Su trabajo consiste en hidratar, dilatar, desensibilizar la zona. Asegura que consigue un resultado de éxito 100%. Pionera en aplicar la danza del vientre con sus pacientes, cree que “el sistema hace dudar a las mujeres de su propio cuerpo. Le mandan años de psicoterapia” y sin embargo, en su consulta “la mujer empieza a descubrir lo que tiene”… “Lo que hay que hacer es hablar, visibilizar” el problema, dice esta mujer que ha enfadado a psicólogos y sexólogos, unos profesionales que, en su opinión, “se creen que el vaginismo es suyo”. Convencida de que su misión es visibilizar, asegura que ella ocupa un vacío que no existe y cree que “hay que alertar al personal sanitario”. Su receta: “enamorarte de la persona con quien trabajas”.
“El acompañamiento es lo básico”
Pilar, ¿es cierto que, en esto del vaginismo, está “en lucha” con los psicólogos? “Hay una lucha siempre con los psicólogos, sí. Es una lucha porque no admiten que yo diga que no hay un trauma psicológico, para ellos la vagina se cierra porque hay un problema. No hay manera, insisten en que eso se cierra por algo y ahí están. A mí no me importa porqué lo tienes: mi trabajo es mi trabajo; si yo en 7 sesiones lo soluciono y tú llevas10 años ¿dónde está el problema? porque a esa persona le gusta lo que hago y repite. Si no, entonces te diría: vale, pero si las mujeres que vienen a mi consulta solucionan el problema, tienen relaciones, son madres aunque vayan más lentas en descubrir el mundo de la penetración…”.
“¡Vaya sambenito nos han colgado con el himen!”
¿Tan grave es la situación? ¿Cómo se soluciona algo que una lleva 20 años queriendo solucionar sin saber cómo? Es una pesadilla. Yo acabo de dar de alta a dos chicas de 40 años que lo han resuelto con 7 sesiones en dos meses. “En dos meses llega esta y me lo arregla”, pensarán, “¡esto hay que gritarlo! ¿Cómo puede haber tantas mujeres de 50 años por ahí con vaginismo? Estamos hablando de ponerte un tampón, de poder hacerte una revisión ginecológica, que es un problema de salud. Las jóvenes sí que no tienen mochila, con ellas es facilísimo. Las otras tienen una carga, claro. Yo soy mecánico, yo te voy a reponer el coche; si quieres pasar una hora explicando el accidente… Vamos a suponer que ya naces así, ¿quién lo va a arreglar, tú o yo? ¿Quién lo abre? Yo ¿Lo vamos a abrir juntos? Puede ser, podemos trabajar juntos. Yo con psicólogo lo consigo, sin él también. Otra cosa es si a esa mujer no le gusta o no puede, pero no porque tienen un trauma es que la vagina se ha cerrado; cuando los psicólogos empiezan así, apaga y vámonos”. ¿Y qué me dice de la sexología? “El sexólogo se acerca mucho más que el psicólogo, porque te manda ejercicios, te dice: “coge un espejo, mírate en casa”… en cuanto te dicen que te compres tampones y te pongas uno la chica llega a casa y se queda a unos centímetros de la entrada de la vagina, me lo cuentan en consulta, y no pueden porque el espejo se lo tienes que poner tú, es el acompañamiento físico. El acompañamiento es lo básico y es lo que el sexólogo no tiene, pero no saben de lo que estoy hablando, si lo supieran… empiezan con el mismo rollo de que la chica lo tiene cerrado porque tiene un problema. No se están enterando de lo que quiero decir, no digo que el sexólogo no sirva para nada, sino que hay que abrir esa puerta, aunque luego haya mucho trabajo por hacer después. Dime cuántos casos has solucionado, porque todas las personas que vienen del psicólogo o sexólogo a mi consulta no lo han arreglado”. Con los ginecólogos, ¿cómo se lleva? ‘El ginecólogo me ha dicho que tengo un himen rígido y me va a operar’, me cuentan algunas pacientes. Les hacen una rajita y luego están igual, tengo pacientes operadas. Yo aviso de que vamos a romper el himen, “quítame esto de aquí ya”, me dicen, porque vaya historia que nos han colgado con el himen, ¡vaya sambenito! cuando hay mujeres que nacen sin él y otras apenas han sangrado en su primera relación… las que me han sangrado son contaditas. En Suecia la traducción de himen es “membrana de la virginidad” y los feministas ya han pedido que se cambie”.
“En las escuelas no se habla de placer”
Entonces ¿cómo aborda el problema la fisioterapia de suelo pélvico? “Yo soy un técnico y abro la puerta. Evidentemente, a veces hay problemas emocionales, pero llego donde las pacientes no pueden. Voy abriendo la vagina y ellas afianzan en su casa lo que hemos conseguido en la camilla. Vuelven y no se van: si yo consigo poner un primer dilatador algunas hasta lloran. Hasta que no se lo pongan no salen de la consulta: ‘te lo vas a poner porque has visto que yo te lo he puesto’, les digo. Algunas no pueden ni siquiera tocarse, así que me dejan a mí ponerles el dedo en el mismo sitio y empezar a tocar, coges el dilatador y lo notas, si falta hidratación pongo aceite de Pompeya y así podemos estar 20 minutos, en cuanto no se da cuenta se lo he metido. Cuando ya entra el dedo índice empiezo a dilatar y ahí voy jugando, en cada sesión consigo un tamaño más de dilatador y así se va abriendo”. ¿Contribuye la falta educación sexual en patologías como ésta? “Si se empezara a hablar de sexualidad desde la adolescencia por cultura, si fuéramos cambiando lo que se habla en la escuela y los legados de madres a hijas… en los colegios solo se habla de preservativo pero no de placer, no se toca el tema y se podría decir que sí, que desde jovencita, desde que tienes la regla y crees que te vas a querer poner tampones, habría que ver de qué manera te puedes empezar a mirar, a ponerte aceite, a ir abriéndote”… ¿Cómo andamos de cultura sexual las mujeres? ¿Podemos decir que estamos ya liberadas? “Las mujeres están muy perdidas en cuanto a su sexualidad, me encuentro con las que acaban de tener su primera penetración y me dicen: ‘no me gusta, me gustaba más antes’. Tienen que empezar a conocerse, a saber… yo voy más allá, les pregunto si se masturban, si les gusta la sexualidad. Muchas te dicen que sí, que se lo pasan muy bien, en cambio otras te dicen que no, hay mujeres a las que no les gusta el sexo. En algunos países ya se está reclamando que se considere la asexualidad. Los asexuales quieren ser considerados como personas normales que quieren vivir sin sexo”.
“¿Cómo van a saber los amigos que un hombre lleva toda su vida a dos velas?”
¿Cree que ahora hay más vaginismo que antes? “Mujeres con vaginismo ha habido toda la vida y han sido violadas; es ahora cuando la mujer dice: ‘me duele, no me toques’, pero debe de haber habido cantidad de mujeres con este problema siempre. Yo podría hacer un recuento por encima, pero no sería exacto. Lo que hay en la mujer con vaginismo es una falta de habilidad; esto ha pasado toda la vida, a mí me han venido amigas a contarme que tuvieron problemas al principio. La ventaja es que ahora ya saben el nombre, hace años no podrían buscar ‘vaginismo’ en internet, ahora lo ponen y sale todo lo que hay”. ¿Cómo lo vive el hombre cuando la mujer tiene pareja? ‘¿Me quieres decir qué he hecho toda mi vida?’ Es la reacción más frecuente. Esa frustración interna está ahí en el hombre. ¿Cómo van a saber los amigos que lleva toda su vida a dos velas?” Ha publicado un libro, salió en un artículo en “La Contra” de La Vanguardia… Haciendo balance de estos años, ¿está satisfecha de su trabajo? “Cada vez tengo más testimonios, se agradece mucho a los medios la difusión de mi libro porque gracias a eso se va hablando un poquito más. Ahora bien, no estoy llegando donde tengo que llegar, yo me siento muy sola y me encantaría trabajar en equipo. Lo ideal sería también poder impartir formación”.
Puedes leer la entrada de mi blog sobre este tema Vaginismo, cuando la pelvis calla.