Me enamoré de Diario Vivo desde la primera vez que lo fui a ver. Había oído lo del “periodismo en vivo” en mis viajes por Europa: París, Bruselas… aunque nunca llegué a ver nada de Live Journalism. Cuando lo conocí lo empecé a seguir, aunque tardé tiempo en asistir. O me enteraba tarde, o ya no quedaban entradas, o se me pasaba… Hasta que lo conseguí y ya nunca dejé de acudir a la cita, en primavera y otoño, en Madrid (España). Así que cuando me llamaron para formar parte del Comité Editorial, fue como vivir un sueño cumplido.

Lo que ocurrió el martes 28 de noviembre en el Alcázar fue mágico. Pura emoción en un teatro lleno a rebosar en el que no había apenas una butaca libre y que sorprendía por la diversidad y variedad en edad de su público. Ocho increíbles historias maravillosamente contadas que no, no son solo periodismo, ni monólogos ni un club de la comedia, nada que ver… Yo pensaba, dado que me sabía algunas casi de memoria, que esta vez el espectáculo no me sorprendería tanto como en las anteriores ocasiones. Qué equivocada estaba.

La sencillez compone los cimientos de un Diario Vivo que a pesar de algunos de sus elementos previsibles, o precisamente gracias a ellos, siempre emociona. Un espectáculo muy “siglo XX”, sin apenas apoyo del audiovisual, que no se graba ni se repite, así que si no vas a verlo, te lo pierdes y ya no hay otra oportunidad. No sabes a quién vas a ver, ni qué historias van a contar. En un mundo tecnológico en el que parece que ya ni siquiera puedes contemplar un cuadro de Van Gogh sin música ni efectos especiales, tal vez lo que necesitamos sea esto. La simplicidad de sentarnos a escuchar; la calidez de los relatos contados alrededor del fuego; recuperar nuestra humanidad, en definitiva.

 

 

Próxima cita: 21 mayo 2024 en teatro EDP Gran Vía de Madrid, España.