Estando de baja laboral en tratamiento por un linfoma, Olga vio publicada en La voz de Avilés la noticia “Guerra al cáncer con la mente”. Esa misma semana asistió a una reunión informativa sobre talleres de meditación para pacientes tratados con quimioterapia. Tras leer el artículo “Mentes que vencen al cáncer” en La Nueva España, se apuntó a los talleres “El poder benéfico de la mente” de la Sociedad Española de Meditación para personas con cáncer. Fue un descubrimiento.
Atraída por los efectos beneficiosos de la meditación, Olga sigue meditando una vez por semana en grupos de pacientes y personas sanas. “Cada 6 meses tengo mis revisiones y el día anterior estoy nerviosa, pero cuando salgo de la consulta me olvido y ya no quiero hablar más del tema”. Además practica yoga tres días a la semana “y me vale un montón, es como un complemento. Son dos disciplinas que tenían que ser obligatorias desde el cole”, dice.
El problema del cáncer no es sólo la enfermedad en sí misma, sino todo lo que conlleva. Cuando padecemos una enfermedad grave cambian muchas cosas y no siempre es fácil adaptarse a la nueva situación. Por eso meditar resulta de gran ayuda.
Afrontar el cáncer con equilibrio emocional
Para empezar, cuando nos diagnostican un cáncer nos vemos sometidos a limitaciones. A ellas se suman vivencias como la pérdida de vitalidad, la imposibilidad de hacer las cosas que nos dan placer o de conseguir nuestras aspiraciones y objetivos, momentos de inseguridad e incertidumbre respecto al futuro o la dependencia de otras personas. Además de las experiencias de dolor y fastidio propios de cualquier enfermedad. El problema es que cuando enfermamos, con frecuencia nuestra atención se focaliza sólo en la enfermedad. Así nos olvidamos del resto de facetas de nuestra vida. Ello aumenta nuestro sufrimiento y añade más carga negativa a la que la enfermedad oncológica conlleva. Un buen ejercicio para afrontar el cáncer es aprender a vivir la experiencia con un cierto equilibrio emocional y eso se consigue meditando.
Muchas prácticas de meditación ayudan cuando atravesamos por un proceso oncológico. Con la meditación consciente, por ejemplo, podemos sentir menos dolores y molestias físicas. Con la meditación de la compasión tratamos de evitar los sentimientos de impotencia, culpa o ira propios de la enfermedad, dando en su lugar una respuesta compasiva. Por medio de nuestra enfermedad nos hacemos conscientes del dolor de tantas personas que padecen también cáncer y abrimos el corazón a ellas, dejándonos sanar por la compasión hasta que ésta se convierte en un deseo firme de estar fuertes y tener salud para aliviar el sufrimiento del mundo.
La meditación contribuye a reducir la ansiedad, el estrés, las alteraciones de ánimo e incluso la percepción del dolor y mejorar la calidad de vida de los pacientes oncológicos. Esta mejora se mantiene en el tiempo, independientemente de la práctica continuada de la técnica. En concreto, el Mindfullness (Atención o Conciencia Plena) produce mejoras en las condiciones de salud a largo plazo, como dolor crónico, ansiedad, estrés, alteración del estado de ánimo e insomnio en pacientes con cáncer.
El Mindfullness mejora las condiciones de salud a largo plazo
Elana Rosenbaum, autora de libros como Vivir bien con cáncer a través de Mindfulness, fue una de las fundadoras de la Clínica de Reducción de Estrés de la Escuela Médica de la Universidad de Massachusetts. El Programa de Reducción de estrés basado en Mindfulness está enmarcado en el entorno clínico. Hospitales europeos de Alemania, Holanda, Suecia, Reino Unido, Bélgica y Suiza ofrecen el Método de Reducción de Estrés Basado en Conciencia Plena (MBSR) a enfermos de cáncer.
En España, la instructora Ana Arrabe descubrió la Neuropsicoinmunología cuando estaba ingresada en el hospital tratándose de un cáncer. En los cursos que imparte desde entonces en empresas ha habido alguna persona diagnosticada que siguió el proceso de las 8 semanas en el que se basa el Método de Reducción de Estrés basado en Conciencia Plena (MSBR).
También la visualización produce una mejora significativa en la calidad de vida de los pacientes oncológicos. Entre otros beneficios, visualizar ayuda a reducir el estrés asociado a la enfermedad, activa el sistema inmunológico mediante creencias positivas y motiva cambios de actitud. Las visualizaciones producen un beneficio global disminuyendo el dolor y el sufrimiento.
