Una de cada cinco personas padecerá algún problema de salud mental después de la pandemia según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es el doble que en circunstancias normales. Los confinamientos, los duelos y la crisis económica que dejará a su paso el coronavirus podrían duplicar el número de personas con problemas psicológicos.
La Organización Mundial de las Naciones Unidas (ONU) presentó en mayo de 2020 su informe sobre los efectos de la pandemia en la salud mental. En él hace un revisión sobre el impacto que ha tenido la pandemia en la salud mental de la población general, los trabajadores sanitarios y las personas más vulnerables, así como en la organización de la asistencia en salud mental en los países más afectados. En el documento, la ONU advierte de un “aumento masivo” de las enfermedades mentales si los países no incrementan sus recursos para invertir más en salud mental, insta a que se priorice la investigación y recuerda la necesidad de evaluar adecuadamente los programas de actuación establecidos.
“En muchos países hay mucha hostilidad de la población hacia el personal sanitario”
Según la oficina de estadísticas nacionales británica, que recopila datos sobre salud mental, el número de personas con depresión se ha duplicado durante la pandemia en el Reino Unido. La distancia social y sus consecuencias económicas están afectando la salud mental según un estudio sobre el impacto de la pandemia en este país. El informe de la Fundación británica de Salud Mental sobre coronavirus alerta de la brecha que la pandemia ha abierto entre unos grupos sociales y otros y apunta a la prevención como solución.
En España, un estudio del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM) ha analizado los datos de más de 1.000 adultos de las provincias de Madrid y Barcelona. Las personas más jóvenes y quienes se sentían solas antes de la pandemia mostraron mayor riesgo de sufrir depresión durante el confinamiento. La resiliencia y el apoyo social percibido ejercieron un papel protector frente a estos problemas de salud mental.
En Italia, entre las medidas adoptadas para la desescalada se han realizado test de estrés para determinar quién podría aguantar más tiempo confinado en su domicilio. La pandemia ha causado estragos en la salud mental también en Estados Unidos.
Como parte del proyecto RESPOND, en Europa se está llevando a cabo una intervención psicológica escalable de la OMS. “En determinadas poblaciones y contextos se ha visto que son intervenciones eficaces y han resultado efectivas con poblaciones vulnerables, donde la mejora se mantiene entre 3 y 6 meses”, explica Roberto Mediavilla, investigador postdoctoral en el Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid. El programa, que ya se ha utilizado en lugares en conflicto, ha demostrado su eficacia con refugiados sudaneses en Uganda y sirios. La gente con problemas financieros o que vive confinada o con condiciones desfavorables previas se beneficiaría más de las intervenciones, según los investigadores.
En 2020, los psicólogos infantiles de Médicos sin Fronteras trataron 49 casos de niños con ideaciones suicidas y tentativas de suicidio
“En muchos países hay mucha hostilidad de la población hacia el personal sanitario, en algunos sitios con amenazas, y eso tiene un impacto en un personal que viene trabajando 25 horas al día durante muchas semanas a un ritmo agotador física y emocionalmente”, explica Cristina Carreño, responsable de salud mental en el Departamento Médico de Médicos sin Fronteras (MSF).
En 2020, los psicólogos infantiles de Médicos sin Fronteras trataron 49 casos de niños con ideaciones suicidas y tentativas de suicidio. Desde 1998, la ONG brinda atención en salud mental y psicosocial como parte de su trabajo de emergencias. La salud mental es parte integral de la ayuda humanitaria y de los cuidados médicos que proporciona MSF.
El proyecto de salud mental en Hebrón, por ejemplo, ofrece apoyo psicológico remoto a las personas afectadas por COVID-19. En Grecia, las condiciones de vida de los campos de refugiados, la contención prolongada en las islas griegas y la incertidumbre sobre el proceso de asilo están provocando graves niveles de sufrimiento mental en los pacientes de Médicos sin Fronteras. En Samos han aumentado los casos con síntomas graves. En noviembre de 2020, el 60% de los nuevos pacientes de la clínica de MSF expresaron pensamientos suicidas y el 37% se encontraba en riesgo de suicidio. En Lesbos, los profesionales sanitarios detectaron insomnio, sonambulismo, autolesiones e ideas suicidas entre los niños.
No ir al colegio aumenta el riesgo de abusos, en particular contra las niñas
El 43% de los niños que viven en países afectados por conflictos y el 70% de los refugiados y desplazados aseguran que necesitan apoyo psicosocial. Esta cifra triplica el 22% estimado antes de la pandemia. Así lo asegura “The Silent Pandemic” (La pandemia silenciosa), un informe publicado por las ONG World Vision y War Child Holland que evalúa el impacto que la COVID-19 y los confinamientos han tenido en la salud mental de las niñas y los niños que viven en zonas de conflicto o se han visto obligados a huir. El estudio se ha realizado con casi 500 niños y jóvenes en seis países afectados por conflictos.
La pandemia ha agravado su angustia psicológica al añadir a sus vidas la ansiedad ante el contagio por COVID-19, la pérdida de familiares o el cierre de escuelas e instalaciones educativas. Las medidas para frenar la pandemia han supuesto dificultades añadidas a la ansiedad ya existente en estos menores, que han visto dificultado el acceso a recursos y apoyo. Al no ir al colegio aumenta el riesgo de abuso, en particular contra las niñas.
Para los encuestados en La pandemia silenciosa ha aumentado el estrés al no asistir a la escuela o no poder realizar actividades y al tener menos acceso a servicios, centros de salud o áreas de juego, comida y agua. Echan de menos los deportes, el juego y la familia (sobre todo a sus padres). El 86% de los más pequeños (de 7 a 14 años) y el 81% de los adolescentes (de 15 a 17), buscan apoyo emocional de amigos o familiares, mientras que los mayores (de 19 a 24 años) lidian solos con su angustia y casi la mitad (el 41,8%) tiene a alguien a quien acudir.
La salud mental es una de las áreas más desatendidas de los sistemas de salud pública del mundo
Entre las recomendaciones del informe, las dos ONG piden que se tomen medidas para poner fin a los conflictos y que los gobiernos establezcan estrategias de salud mental centradas en el bienestar emocional y psicosocial, incluyendo un presupuesto específico para salud y educación de la infancia. Según World Vision y War Child Holland, se necesitan 1.400 millones de dólares para proporcionar apoyo urgente a 456 millones de niños afectados en materia de salud mental.
El impacto de la COVID ha aumentado las necesidades en salud mental en todo el mundo. A pesar de su importancia, la salud mental es una de las áreas más desatendidas de los sistemas de salud pública del mundo. Para la ONU, los servicios de salud mental deben ser una parte esencial de todas las respuestas gubernamentales a la COVID-19 y deben ampliarse y financiarse en su totalidad.
Sin embargo, solamente un 17% de países tienen asignado presupuesto para la atención a la salud mental en respuesta a la emergencia según Médicos sin Fronteras. La financiación de la salud mental y el apoyo psicosocial representa el 1% de la financiación sanitaria humanitaria y solo del 2 al 4% de los presupuestos nacionales de salud en los países más desfavorecidos se destina a la salud mental. Los fondos son limitados o inexistentes en zonas frágiles y afectadas por conflictos.
