Marcelo Toro: “Me gusta la idea de hacer lo que nunca se hizo y la vuelta al mundo es uno de esos sueños”

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Marcelo Toro: “Me gusta la idea de hacer lo que nunca se hizo y la vuelta al mundo es uno de esos sueños”

12 fines de semana consecutivos, en 12 escuelas de 12 países diferentes. Es el Hermes, un proyecto que debe su nombre al mensajero de los dioses. Inspirado en el mitológico dios, Marcelo Toro pretende llevar el mensaje a las escuelas de Biodanza de todo el mundo con el objetivo de dar una nueva visión del movimiento, especialmente a las personas que participan en grupos semanales, dándoles a conocer que Biodanza también se practica en otros países alrededor del suyo. El fin último: escribir un libro recogiendo esta vuelta al mundo en 2015.

Proyecto Hermes: ver más allá para llegar a más personas

“La vuelta al mundo en 80 días” es el origen de este sueño. A los 10 años, leyendo el libro de Julio Verne, Marcelo Toro comenzaba a creer que era posible hacerlo realidad. Años después aquel sueño comienza a materializarse con “Abrazo colectivo”, un proyecto que consistía en llevar el sistema Biodanza a los sectores más humildes de Argentina, donde “tuvo muy buena acogida por parte de la comunidad”.

Inspirado por su primo Rodrigo Terrén, que ha recorrido los parques nacionales de Argentina como fotógrafo, la vuelta al mundo se concreta en 2015 a raíz de la elaboración de estos proyectos, planteados ambos a escala local, cuando Marcelo decide “juntar las partes”. Entonces es cuando el nieto de Rolando Toro, creador de Biodanza, se plantea llevar a cabo la idea “a escala mundial”.

Para ponerse en marcha entró en comunicación con escuelas de Biodanza de todo el mundo. A nueve de ellas “les encantó el proyecto y comenzamos a elaborarlo”, explica el Director de la Escuela de Biodanza SRT de Granada, en España, y de la escuela de Ciudad del Cabo en Sudáfrica. Uno de los objetivos del viaje fue recopilar material escrito y audiovisual de cada director para luego confeccionar un libro que escribirían juntos todos los directores, así como editar una serie de vídeos para difundir por todo el mundo el sistema creado por su abuelo.

Frente a los miedos, el coraje de vivir

Como un dios del siglo XXI, confiesa: “yo vengo a llevar los mensajes de la comunidad, estoy al servicio del proyecto Hermes”. En las escuelas “escucho a directores y alumnos como una posibilidad de estar más unidos”, de encontrarse más cerca en lugares aparentemente tan lejanos.

“Mi aportación es escuchar y llevar sus mensajes, estar al servicio de un mensaje mayor que nos invita a todos a compartir. Buscar esos puntos de unidad dentro de un sistema que a veces nos presenta el desafío de mantener una comunicación afectiva y saludable. Por eso llamo al libro Unidad: más allá de las dificultades, de las diferencias, las fronteras”, se trata de “que haya abrazos sin fronteras dentro de la comunidad de Biodanza y para ello, es importante que podamos danzar juntos: el concepto no basta”.

El viaje es en sí mismo un proceso de integración entre lo que siento, lo que pienso y lo que realizo, como en Biodanza. El cuidado de la vida, la vida al centro, las motivaciones existenciales, la alegría de vivir, la poética del encuentro humano… todas estas palabras van más allá en un sistema en el que “jugamos con los arquetipos, entre aquello que soñamos y proyectamos y lo que hacemos”.

Ante el fracaso, la realización

Marcelo Toro explica que “antes de los sueños se presentan miedos existenciales que pueden paralizarnos y en función de realizarlos está el coraje de vivir”. La palabra “coraje” se relaciona con “corazón”, vinculado en este sentido a un concepto existencial: “algo que está vivo dentro tuyo y que puede expresarse o no”, explica Marcelo. “Detrás del miedo de amar y ser amado está el deseo, el deseo de expresión, el de expresar tu voz y tu mensaje”, nos cuenta, convencido de que frente a la posibilidad de fracasar, está la de “realizar”.

Su abuelo Rolando aseguraba que “todos llevamos un potencial genético latente que, según las condiciones del medio, puede expresarse o no”. Potenciales de salud, de alegría, de vitalidad, nuestra conexión con el placer vinculada a la sexualidad, nuestra capacidad de innovación, los cambios vinculados a la creatividad, la empatía, la afectividad, la posibilidad de establecer relaciones o de tener una relación mayor a partir del instinto gregario, la de crear juntos de la línea de trascendencia… todo ello son capacidades innatas que “pueden manifestarse o no”.

Todos “son parte de nuestra identidad y nuestros sueños también”, dice Marcelo, refiriéndose tanto a aquello que soñamos expresar como lo que no. “El sueño llega como si fuera un susurro y, a veces, como un grito en el pecho”. En su opinión, “si nos quedamos con eso que no se expresa dentro, surgen las enfermedades psicosomáticas”.

“Entender ya no es suficiente”

¿Qué es Biodanza? “Biodanza es una invitación a integrar lo que pensamos con lo que sentimos y lo que hacemos, a través del movimiento integrado pleno de sentido que se transforma en danza, la palabra emocionada y el encuentro con nosotros, con el otro y con el grupo”. En palabras del nieto del creador del sistema, Biodanza “es una invitación a restablecer la comunicación con nosotros, una reeducación, como si rescatáramos la naturaleza que reside en nosotros: nuestra relación con los instintos”. En su opinión, “entender no es ya suficiente”. Biodanza propone incluir el cuerpo en un sistema de desarrollo personal. El camino entre el conocimiento y la experiencia de vivir a partir de la vivencia es lo que ofrece Biodanza. “No basta entender”, en Biodanza “invitamos a las personas a danzar”.

Para Marcelo Toro, Biodanza “es algo que compartimos en familia y luego se transforma en pasión, es una forma de vínculo que tenemos”, asegura. “Estoy dentro de un sistema que cuenta con 4.000 o 5000 facilitadores (profesores) y 200 escuelas en todo el mundo”, cuenta orgulloso. “Yo creo que Biodanza es una formación para la vida y para la salud”, dice. Independientemente de que luego la persona vaya a ser facilitador (profesor) o no del sistema, las relaciones que establezcan los alumnos en clase o en la escuela se van a potenciar, como también cualquier otra actividad que hagamos después.

De su abuelo admiraba su vitalidad, sus motivaciones existenciales, su creatividad vinculada a la vitalidad, su capacidad de relaciones sociales, de poder rescatar aquello de bonito, vivo y luminoso de cada cual y conectar a las personas con sus potenciales en un tiempo corto, sus ganas de vivir y su espíritu joven hasta el último momento. Cuenta que comenzaba a trabajar por la mañana temprano y recuerda “escucharle hablar con alguien en la otra punta del planeta, trabajar todo el día y quedarse por la noche haciendo selecciones de textos o redactando algún artículo sobre historia de la música”. Rolando Toro “se va de esta vida con tres libros sin publicar, un museo de arte antropológico por inaugurar y cinco años de calendario ya programado, cuando los médicos le decían que tenía 6 meses de vida”.

Marcelo Toro, nieto del creador de Biodanza, ha recorrido escuelas de todo el planeta para ofrecer una nueva visión mundial del sistema creado por Rolando Toro Araneda

Soy la tercera generación de facilitadores de Biodanza en mi familia, he vivido en 5 países de tres continentes y en países como República Dominicana. En mi infancia practiqué Biodanza para niños. Para mí era el acceso a un mundo de emociones y procesos adultos que me causan mucha curiosidad. Comencé la formación hace 17 años, de los 17 a los 20. Mi hermana se formó en la escuela de Biodanza de Buenos Aires, uno de mis hermanos en la de Brasil y el otro en la de Granada conmigo. De 5 hermanos, 4 estábamos formándonos simultáneamente en tres escuelas distintas. “Me gusta la idea de hacer lo que nunca se hizo y la vuelta al mundo es uno de esos sueños. El programa para las escuelas es otro. Ver más allá para llegar a más personas y poder ofrecerlo desde una visión mundial”.

 

María Miret García @periodistia
Habilidades

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Publicado el

30/08/2022

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