Entre un 3 y un 13% de la población podría padecer ansiedad social, el tercer trastorno psiquiátrico más frecuente, que afecta sobre todo a mujeres solteras. Es importante no confundirla con la timidez, ya que es incapacitante.
María Miret García
@periodistia
Entre un 3 y un 13% de la población podría padecer ansiedad social, un trastorno hereditario que afecta al 5% de la población según el Diario Americano de Medicina. Se trata del tercer trastorno psiquiátrico más frecuente que puede afectar a una persona durante toda la vida. El 80-85% de los casos se inicia antes de los 20 años y predomina en las mujeres, las personas solteras y con niveles económico y educativo bajos.
La ansiedad social es el temor acusado y persistente por una o más situaciones sociales o actuaciones en público en las que el sujeto se ve expuesto a personas que no pertenecen al ámbito familiar o a la posible evaluación por parte de los demás. Esa exposición a las temidas situaciones sociales provoca una respuesta inmediata de ansiedad relacionada con dicha situación. Las personas con ansiedad social valoran su comportamiento de manera mucho más negativa que quienes les observan y el problema es que, al evitar situaciones sociales y la comunicación, esa exageración se refuerza.
La fobia social es incapacitante
También denominada fobia social, esa ansiedad es consecuencia de la interacción de factores biológicos, psicológicos y ambientales. También según algunos autores podría deberse a que las personas que la sufren se hayan quedado estancadas en la etapa de timidez que todos los niños atraviesan entre los 3 y los 7 años. Quienes padecen ansiedad social alta muestran una autoestima significativamente más baja que aquellos con poca.
Es importante no confundir la timidez con la fobia social, que incapacita. En el caso de la fobia, las situaciones sociales que se temen provocan ansiedad, angustia y/o pánico, por lo que la persona comienza a evitar todo tipo de compromisos sociales, interfiriendo en su vida diaria, su rendimiento laboral y su funcionamiento emocional.
La ansiedad social es uno de los factores presentes en la anorexia nerviosa
Los síntomas físicos más frecuentes son la ruborización, las palpitaciones, los temblores, sudores, las molestias gastrointestinales, la tensión muscular, los ataques de pánico, la sequedad de boca, la opresión torácica y la cefalea. También pueden producirse aturdimiento o confusión, bloqueo y falta de concentración, un temor persistente y preocupación ante las situaciones desencadenantes del trastorno, temor a la evaluación o pensamientos negativos, hasta llegar a evitarse la situación y aislarse del mundo.
En la fobia social generalizada, los temores se experimentan en la mayoría de las relaciones sociales o de las situaciones que comportan una cierta interacción con las personas; en la específica, las situaciones de ansiedad solo se dan en determinadas situaciones, como hablar en público, mirar a los ojos, ir a fiestas o ser observado mientras se come.
Las personas con anorexia nerviosa evitan las situaciones sociales que impliquen relaciones interpersonales y, a medio o a largo plazo, se puede instaurar un cuadro de ansiedad social. Ésta es uno de los factores presentes en la enfermedad. Las acciones, interpretaciones y anticipaciones que genera perpetúan el trastorno alimentario. Los niveles de ansiedad son más altos, incluso, que en el propio trastorno de ansiedad.
La “ansiedad anticipatoria” es la que se produce ante la temida “vuelta al cole”
Generalmente, las personas que padecen fobia social comienzan a preocuparse por la situación mucho tiempo antes de tener que afrontarla. Esa intensa ansiedad antes de que ocurran los hechos que temen es la “ansiedad anticipatoria”. Y es lo que se produce en muchos niños y adultos ante la temida “vuelta al cole” o al trabajo después de vacaciones.
Para que el regreso sea más llevadero es importante observar algunos sencillos consejos que nos pueden facilitar esa “vuelta al cole” o a la oficina:
- Regresa con progresividad. Si sales de vacaciones, vuelve a casa con unos días de antelación para ir volviendo a coger el ritmo y adaptarte a las rutinas con tiempo.
- Organízate con antelación. Aprovecha esos primeros días para organizar la casa, hacer la compra, ordenar el material escolar y planificar las primeras semanas de trabajo.
- Planifica tu tiempo. Antes de volver al día a día, dedica unas horas a organizar el trimestre. Hazte un calendario y planifica tu tiempo, incluyendo tanto el horario de trabajo como tu tiempo libre.
- Deja hueco para el ocio. Una buena idea puede ser empezar a mirar actividades a las que apuntarte durante el curso. Si vuelves a casa con unos días o semanas de antelación puedes establecer una rutina de ejercicio o fijar alguna actividad de relax para tu tiempo libre, como leer un rato al día o ver una buena película o documental. En esas primeras semanas puedes probar a variar la rutina o apuntarte a alguna clase de prueba, aunque recuerda mantener algo de ocio también a lo largo del curso.
- Piensa en las vacaciones. Como parte de la planificación del curso, incluye ideas sobre próximos destinos o planes para puentes y las próximas vacaciones. No hace falta que te pongas a organizarlas nada más llegar, pero hacerles un hueco en tu mente puede ayudarte a hacer la vuelta más llevadera. Si no tienes previsto salir en los próximos meses, planea al menos algún fin de semana especial o tomarte algún día libre entre semana.
Aunque no hay recetas mágicas, estas prácticas pueden ayudarte a reducir la ansiedad lo que no significa que si padeces ansiedad social, te vayan a curar.