La sexóloga francesa Valérie Tasso impartió un taller sobre sexualidad femenina en Madrid, España
Mujeres en la década de los 30, con escaso apoyo de su pareja, que no disfrutan del sexo. Es el perfil de la paciente con anorgasmia, un problema que se cree que afecta a entre un 20 y un 30% de mujeres en todo en el mundo. Se calcula que en España, 2 de cada 10 mujeres padecen anorgasmia. Aunque los datos epidemiológicos varían mucho en función de cada estudio, se estima que entre un 5 y un 40% de las españolas podría tener dificultades relacionadas con el orgasmo.
La anorgasmia consiste en la incapacidad que tienen algunas mujeres de experimentar un orgasmo. Puede ser primaria, cuando una mujer no ha tenido nunca un orgasmo, o secundaria, en el caso de que deje de experimentarlos aunque ya los haya tenido con anterioridad. Desde la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), la primera se considera tradicionalmente más compleja, debido a causas psicológicas inconscientes que son difíciles de conocer en muchas ocasiones, mientras que la secundaria se achaca a alteraciones físicas (problemas hormonales, neurológicos o por medicamentos), problemas psicológicos debido a sucesos vitales impactantes como el abuso sexual o la violencia en la pareja, problemas de relación o intervenciones ginecológicas, entre otras razones.
Mireia Darder, psicóloga clínica y autora del libro “Nacidas para el placer”, va más allá y propone no hablar de anorgasmia, sino de preorgasmia, dado que biológicamente, “todo el mundo puede tener un orgasmo, pues el sexo se puede aprender y en algún momento llegará”. Para la sexóloga francesa Valérie Tasso, que recientemente ha impartido un taller sobre sexualidad femenina en Madrid, en la mayoría de los casos la causa hay que buscarla en razones psicológicas como falta de aceptación del propio cuerpo, creencias limitantes acerca del sexo o cuestiones religiosas. Aspectos como una percepción negativa de la propia sexualidad, el desconocimiento, los miedos, la tensión o el exceso de control y, “en general, todo aquello que fomenta la erotofobia, tanto a nivel individual como en pareja, es susceptible de provocar dificultades en el orgasmo” en opinión de Sílvia Pastells i Pujol, psicóloga clínica y sexóloga. Mireia Darder cree que si no hay ningún problema físico, “la anorgasmia tiene que ver con un excesivo control, una incapacidad de soltarse, de desconectar la mente del cuerpo” pues el orgasmo “no es posible si uno no está suelto”. Ello afecta a todos los aspectos de la persona, “lo sexual es solo un reflejo”, recuerda.
“Hay muchas mujeres que no saben si han tenido un orgasmo”
La fisioterapeuta de suelo pélvico Pilar Pons la achaca al “desconocimiento del propio cuerpo, no haberse tocado nunca, no haber explorado el clítoris, no haber buscado la manera de masturbarse para llegar al orgasmo”… En su experiencia, la mujer con anorgasmia no corresponde a un perfil concreto. “No podemos decir que sean mujeres religiosas, de familias poco liberales, con miedo al sexo…”, asegura la autora del libro “Vaginismo: el silencio pélvico”. Ernesto Gonzalez Mesa, doctor en Medicina especialista y coordinador de la sección de Ginecología y Obstetricia psicosomática de la SEGO, corrobora que “no hay ningún perfil prototípico”, aunque los casos más frecuentes en la consulta son jóvenes en torno a los 30 años, con un nivel elevado de estrés laboral, una carga familiar considerable e hijos pequeños. “Este perfil hace más vulnerable a la mujer a trastornos de la esfera psicosexual”, explica. Mujer de 40 a 45 años, con pareja y cansada de no disfrutar del sexo es el perfil de la paciente que se acerca a la consulta de Valérie Tasso buscando ayuda. Un grupo considerable de mujeres con este problema es también el de mujeres mayores, que consultan tras la menopausia. “Los cambios hormonales a partir de los 50 generan cambios físicos en el área genital que, si no son conocidos, compartidos con la pareja y afrontados de forma adecuada, hacen caer a la mujer en una dinámica que la lleva a la falta de satisfacción sexual y, a la larga, en un desinterés sexual”, explica Gonzalez Mesa. Para este especialista en Ginecólogía y Obstetricia y profesor de ginecología de la Universidad de Málaga, “ni que decir tiene que mujeres sometidas a violencia y abusos en el hogar van a padecer el trastorno”.
Dejando de lado los casos de anorgasmia debidos a alguna dificultad orgánica, enfermedad o medicamentos que podrían bloquear o disminuir el orgasmo, hay algunas características que suelen ser habituales en la mayoría de mujeres con esta dificultad sexual en opinión de Sílvia Pastells i Pujol. Según esta psicóloga clínica y sexóloga, la mayoría de mujeres con anorgasmia tienen poca o nula práctica masturbatoria; padece dificultad para dejarse llevar y soltarse, sobre todo ante el otro/a; hay un exceso de atención dirigida al placer de la pareja y menos al propio, junto a falta de asertividad sexual, a la que se suman información inadecuada, actitudes negativas o exigencias, entre otros factores. Para la psicóloga clínica Mireia Darder, “las mujeres que no tienen orgasmos son más ejecutivas, están en el poder y se lo plantean como un reto a conseguir cuando en realidad de lo que se trata es de lo contrario, de soltarse”.
Pilar Pons diferencia entre las mujeres que nunca tienen un orgasmo con penetración y las que nunca lo han tenido porque ni siquiera se han llegado a masturbar. “En mi experiencia, generalmente la mujer que no ha tenido nunca un orgasmo tampoco tuvo un despertar sexual en su adolescencia, es decir, que nunca se masturbó”. Según su experiencia en consulta, “hay muchas mujeres que no saben si han tenido un orgasmo”, lo que en su opinión “significa que no lo han tenido” nunca.
“Hay muchas mujeres que nunca han tenido un orgasmo”
El abordaje de la anorgasmia con terapia sexual individual y en pareja, mejorando algunos aspectos cognitivos y el autoconocimiento sexual, son los métodos que mejores resultados aportan en la actualidad según fuentes de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia. “El tratamiento más efectivo frente a la anorgasmia es, sin lugar a dudas, la psicoterapia de pareja, siendo la terapia de corte cognitiva-conductual la que hasta el momento ha mostrado mejores resultados”, según Ernesto Gonzalez Mesa. Frecuentemente, en la terapia se utiliza la “orientación hacia la exploración del propio cuerpo tanto por ella misma como por su pareja”. Potenciar el autoconocimiento y autoestimulación, aprender a darse placer de forma paulatina y a ser sexualmente asertiva, variando e incluyendo juguetes sexuales que puedan facilitar el placer, primero a solas y después con la pareja, es la forma de conseguirlo desde la sexología. “El tratamiento sexológico implica potenciar la erotofilia, aprendiendo a tener actitudes positivas ante la propia sexualidad, sea individual o compartida. Para ello se recomiendan lecturas de índole pedagógica, eróticas, etc”, explica Pastells i Pujol.
“En la entrevista con la paciente hay que descartar primero cualquier medicamento o enfermedad que pudiera dificultar el orgasmo, así como tener información de cómo ha sido la historia sexual de la persona: inicio de la atracción sexual, juegos eróticos, fantasías, parejas, masturbación”… Según el coordinador de la sección de Ginecología y Obstetricia psicosomática de la SEGO, “en el origen de la anorgasmia en mujeres heterosexuales el papel de la pareja es fundamental, ya que situaciones de urgencia anticipatoria por parte del varón, o su falta de educación sexual, evitan la elevación del nivel de excitación sexual de la mujer propiciatoria del orgasmo”.
Desde la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia se considera que más de la mitad de las mujeres con anorgasmia secundaria pueden solucionar su problema con un tratamiento adecuado. En este caso, “el tratamiento a tiempo de la condición de base va a ofrecer buenos resultados”, explica González Mesa. Para ello van a resultar útiles hacer cambios en el estilo de vida, dejar los tóxicos o determinados medicamentos, la terapia hormonal tras la menopausia o el uso de hidratantes, entre otras medidas. También hay fármacos en desarrollo que favorecen la vascularización del área genital y con ello, el orgasmo, aunque por ahora tienen menor eficacia que los indicados para la impotencia en el varón.