Tenía pendiente escribirle porque usé para mis “Almas Rotas” sus declaraciones en Morir para contar, el documental de Hernán Zin: “El dolor es como el gas, por muy pequeño que sea tiende a ocupar todo el espacio disponible. No hay dolores pequeños”. Pendiente: me paso la vida haciendo listas de tareas pendientes y estresada por la de cosas que tengo pendientes, una forma de controlar la vida en lugar de vivirla. Le mencioné y ya no sé si me contestó, me retuiteó o le gustó mi tuit, el absurdo juego de las redes sociales que a veces nos alejan de la realidad igual que nos acercan a ella. Tenía pendiente escribirle cuando me entero de que han asesinado a David Beriain y Roberto Fraile, a quien había intentado contactar en las últimas semanas. Intentar, otra forma de planear en lugar de vivir la vida.

No pude evitar sentir tristeza pensando que David había dejado el periodismo por hacer contenidos (u otra forma de reporterismo, según se mire) para plataformas. Sentí tristeza pero no juzgo: de algo hay que vivir, pensé, y si no que se lo digan a Roberto, que aprovechaba sus vacaciones para cubrir conflictos. Beriain no dejó el periodismo y yo decidí volver a dedicarme a él. En tiempos de pandemia me pregunto de qué voy a vivir y me agobio hasta que recuerdo mi conversación con Carmen Valeria, periodista salvadoreña que ha pasado tres meses en España como parte del programa de acogida a periodistas perseguidos en América Latina de Reporteros Sin Fronteras: “¿y por qué tenemos los periodistas que asumir que no podemos vivir de nuestro trabajo?”.

Enrique Meneses, uno de los mejores periodistas en la historia de España, nombró a David Beriain su sucesor. Ahora los dos están muertos. Siguen matando a periodistas por informar a una sociedad idiotizada que prefiere “entretenerse” a saber lo que pasa en el mundo.