“La depresión tiene que ver con la condición humana, está dentro de nosotros”, dice la escritora y periodista Almudena Sánchez. Tener síntomas de depresión o ansiedad tiene consecuencias en la salud. Para la autora de “Fármaco”, “los suicidios son causa de llegar al límite”. Medicalizar la tristeza es uno de los riesgos de los síntomas depresivos. En el caso de la depresión, el mejor tratamiento es medicación y psicoterapia, una parte muy importante que durante la pandemia se ha complicado.
María Miret García
@periodistia
“Vamos a ir al médico del cerebro porque no estás bien”. Esta frase de su tía es la que salvó a la escritora y periodista Almudena Sánchez. “Llegué devastada a la consulta”, confiesa. Gracias a los fármacos, empezó la transformación. La medicación tardó en hacer efecto, eso sí, por eso Almudena cree que “lo fundamental es tener paciencia. He conocido a muchas personas que han dejado los antidepresivos porque no entienden su funcionamiento”.
Ella se siente privilegiada de haber tenido ayuda. “Mi abuela no tenía esos fármacos que a mi me han salvado, a ella no se le curó la depresión nunca”. Ahora bien, deja claro que “yo no quería ser una persona psiquiatrizada. He podido desprejuiciar la Psiquiatría debido a una experiencia personal”, dice, y asegura que ahora “adora” a los psiquiatras. “Son médicos que te dan fármacos que te salvan la vida, no drogas”.
El Dr. Eduard Vieta, Catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Barcelona y Jefe del Servicio de Psiquiatría y Psicología en el Hospital Clínic, es uno de ellos. “Los fármacos funcionan porque hay una parte biológica” en la depresión, explica. Ahora bien, “el mejor tratamiento viene a ser medicación y psicoterapia. No en el 100% de los casos, hay casos que pueden tratarse sin medicación y casos sin psicoterapia”, aclara. “No significa que debamos dar las dos cosas a todos, pero en la mayoría de los casos la mejor solución es la combinación, es complementaria”. En su opinión una visión solo sociológica de la salud mental es estigmatizante porque culpabiliza al paciente. “Es importante que no despreciemos la parte científica, biológica, que tienen las enfermedades entendiendo que todo ocurre en un contexto biopsicosocial, no solo biológico ni solo social”.
Durante la pandemia, sin embargo, ha sido complicado hacer psicoterapia, que es una parte muy importante del tratamiento para la depresión. “No todo es patológico, hay sentimientos depresivos que no llegan a ser enfermedad, pero sí precisan seguimiento y puede haber trastornos que no pueden medicarse, porque no podemos medicalizar la vida”, asegura Lorenzo Armenteros, Médico de Familia en el Centro de Salud Islas Canarias de Lugo, que cree que “Medicalizando no maduramos”. Ahora bien, “hay que entender que en el momento en que hay una enfermedad mental hay un problema médico y eso ya no es medicalizar”.
“La depresión tiene que ver con la condición humana”
Entre el 10 y el 20% de los pacientes con enfermedades crónicas y hasta el 30% en las patologías cardiovasculares, neurológicas y oncológicas padece también depresión. Así ha quedado de manifiesto en el webinar “Ansiedad y depresión en enfermedad crónica” de Semergen con los pacientes, celebrado en colaboración con Lundbeck. Tener síntomas de depresión o ansiedad, por su parte, tiene consecuencias en la salud.
“La depresión tiene que ver con la condición humana, está dentro de nosotros”, asegura Almudena Sánchez. Para Eduard Vieta, “síntomas depresivos todo el mundo los ha tenido en algún momento de su vida porque pasó una adversidad y te puedes sentir triste, sin esperanza, desesperado… Y eso el que no lo haya sentido es que no es un ser humano, pero otra cosa es convertir la depresión en lo mismo que estar triste. Cuando hablamos de depresión como estar triste estamos haciendo daño a las personas con depresión, porque estamos quitándoles la parte médica que requiere un tratamiento”.
Para Almudena, sin embargo, la depresión es tristeza, una emoción que en nuestra sociedad “está mal vista, no interesa hablar de tristeza, se está escondiendo debajo de la alfombra”. Por eso es importante naturalizarla. “No pasa nada por estar triste un tiempo, hay que aceptar que somos seres alegres y tristes”. En una búsqueda constante de felicidad parece que no puedes demostrar debilidad, lo que para la escritora y periodista es causa de muchas depresiones tapadas. Ahora bien, cuando la tristeza es muy persistente hay que ir al médico, no esperar a llegar al límite. “Yo esperé muchísimo”, reconoce la autora de “Fármaco”, un libro en el que relata su experiencia de tres años con la enfermedad. “Cuando te notas un bulto no esperas a que crezca, si te duele la garganta te vas al médico, así que si estás triste no tienes que esperar”. En su opinión, “los suicidios son causa de llegar al límite”.
“Tenemos que hacer prevención a base de una mayor educación emocional”
“Nos faltan profesionales, se han ido muchos al extranjero. Tenemos déficit de psiquiatras, psicólogos clínicos y enfermeras de salud mental. Hay que poner más psiquiatras, tenemos uno por cada 100.000 habitantes”. Para el Dr. Vieta, hay que hacer un esfuerzo muy rápido de formar y contratar más profesionales, “porque estábamos ya mal y con todo esto que ha pasado estamos todavía peor”. En su opinión hay dos frentes abiertos. Uno sanitario, que es formar a más profesionales en salud mental e invertir en prevención del suicidio, “que es algo que no se ha hecho casi nada”, y otro a más largo plazo que es el educacional sobre la población.
“Tenemos la ocasión de hacer prevención primaria a base de una mayor educación emocional, cambiar algunos hábitos educacionales con los hijos para aumentar la resiliencia y para que situaciones estresantes no nos desborden tanto”. El 50% de los problemas de salud mental empieza antes de los 14 años y el 75% antes de los 18. “Necesitamos también algún cambio de cómo educar a nuestros hijos y en madurez emocional en las escuelas para estar mejor preparados en un futuro”.
Nuestra capacidad de resiliencia se reduce a medida que vivimos mejor, por eso nosotros “no aguantamos tanto como nuestros abuelos”. La sociedad del bienestar nos hace más vulnerables porque nos han pasado menos cosas. “Quienes superen esta situación quizá estén más fuertes en un futuro”.